Bajo un manto de neblinas... Hace no muchos años, la
Argentina estuvo en guerra. Y contra uno de los ejércitos más
poderosos del mundo. Por las Islas Malvinas, pero también por otros muchos
motivos...
¿Te fijaste que en el calendario escolar hay dos fechas que se
refieren a las Islas Malvinas? Uno es el 2 de abril, que es el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinasy otro es el
10 de junio, el Día de la afirmación de esos derechos. Es raro, aunque no
tanto.
Las Islas Malvinas quedan en el Océano Atlántico y forman parte
de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas Atlántico Sur. Son dos: Gran Malvina y Soledad separadas
por el estrecho de San Carlos y muchas islas menores.
Argentina tomó posesión de ellas en 1820 y el 10 de junio de
1829 declaró su primer gobernador. En 1833 el Reino Unido las invadió y
actualmente continúan ocupándolas, aunque no tengan derecho a hacerlo. Eso
explica la conmemoración de una de las fechas. Pero, ¿y el 2 de abril?
Ese día, en 1982 —por lo que muchos mayores lo recuerdan
perfectamente—, tropas argentinas
desembarcaron en Puerto Argentino, y al día siguiente se anunció que las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur volvían a
estar bajo nuestra soberanía. El gobierno británico ordenó al gobierno
argentino que las evacuaran y, como éste no lo hizo, envió tropas. Así comenzó
una guerra que terminó el 14 de junio de ese año, con la rendición argentina.
Durante ella, murieron 648 argentinos y 255 británicos, además de los miles que
quedaron heridos.
Te preguntarás por qué empezaron esta guerra tantos años
después, y la explicación tiene que ver con lo que pasaba en el país en ese
momento. En la Argentina
había un gobierno militar desde 1976 que en 1982 ya tenía problemas para
mantenerse en el poder. La gente estaba descontenta, la economía no funcionaba
y cada vez había más manifestaciones en las calles (la última había sido el 30
de marzo). Entonces, a la
Junta Militar que gobernaba —a cargo del general Leopoldo Fortunato Galtieri— se le ocurrió que recuperar
las islas iba a volver al pueblo en su favor. Al principio, le salió bastante
bien: como suele pasar con las guerras, la gente se volvió más “patriota”, sacó
banderas a la calle y alentó a la Argentina. Para muchos, en pocos días, el enemigo
ya no era el Gobierno, era el Reino Unido. Pero a medida que pasaban los días
–aunque ni diarios, ni radios, ni televisión decían lo que pasaba por orden de la Junta– la gente supo que las cosas no iban bien. Que los soldados argentinos, que en
su mayoría tenían unos 20 años, no tenían ropa abrigada, ni armas, ni
entrenamiento y estaban combatiendo a uno de los principales y más antiguos
ejércitos del mundo. Y perdieron.
Ese
final, entre otros factores, hizo que los militares llamaran a elecciones y que
en 1983 volviese la democracia. Qué pena que haya costado tanto, ¿no?
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